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África y la fuga de talentos

Hasta que los hombres (y mujeres) de ideas, los verdaderos/as senadores/as de África, no vuelvan a casa, el renacimiento africano y la lucha contra la pobreza serán sólo lemas vacíos. (Philip Emeagwali, ganador de un premio Gordon Bell)

Durante los últimos años, el endurecimiento de las condiciones de vida en el continente africano ha hecho que cada vez más personas estén dispuestas a abandonar su país con la esperanza de hallar un futuro mejor para sus familias. De esta forma, el factor que empuja a la emigración a millones de jóvenes es la creencia de que en su país no hay posibilidad de desarrollar su proyecto de vida. En muchos de estos casos, se trata de personas con una alta cualificación que ven frustrados sus intentos de salir adelante en su lugar de origen.

En el año 2000, el 25% de la emigración africana se componía de personas que contaban con una elevada formación: profesorado, profesionales de la medicina, la ingeniería, la informática, etc., que buscaban una vida más cómoda en Estados Unidos, Canadá, Australia o la Unión Europea. Se estima que de los 4,7 millones de africanas y africanos que viven en Europa, más de 100.000 son profesionales con cualificación. Además se calcula que alrededor de 63.000 personas con licenciatura universitaria y 50.000 ejecutivas/os emigran cada año del continente africano. Por poner un ejemplo: en Cabo Verde, de cada 100 personas con estudios universitarios, emigran 67.

Esta “fuga de cerebros” afecta de una manera considerable al desarrollo del país que abandonan. Para estos la "huida" del capital humano supone una pérdida de la inversión en formación que, por el contrario, revierte en el desarrollo e innovación de los países del Norte. De esta forma, para las economías empobrecidas de los países africanos supone una descapitalización importante del talento. Privarles del personal cualificado de la enseñanza, la tecnología, la sanidad, que precisan para resurgir de la pobreza y el estancamiento les perjudica gravemente.

Ante este panorama, el problema preocupa cada vez más en el seno del continente y crecen las iniciativas para paliarlo. Desde la Unión Africana se insiste en la necesidad de mejorar la educación del tercer ciclo, así como de facilitar la circulación de estudiantes y profesorado entre países africanos para ampliar las oportunidades laborales y evitar en lo posible la fuga a países no africanos. Entre estas iniciativas también figura la Universidad Virtual Africana, fundada por el Banco Mundial en 1997, que opera en 17 países y ha formado a 24.000 estudiantes.

Pero el mayor escollo sigue siendo cómo lograr que las personas cualificadas regresen al continente africano. Para conseguirlo se proponen políticas específicas destinadas a mejorar los centros de trabajo a los que estos/as profesionales no quieren regresar (hospitales, universidades, laboratorios de investigación), así como solicitar a Europa y a EE.UU. que flexibilicen la concesión de visados para que el personal profesional y los expertos que se han formado allí puedan volver regularmente a actualizar su especialización.

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