En la actualidad las conquistas de muchos años de lucha social y sindical corren el riesgo de retroceder a marchas forzadas. La crisis está sirviendo de pretexto a los gobiernos europeos para recortar los derechos económicos, sociales, culturales e incluso los políticos y civiles, garantes del estado de bienestar y democracia sobre el que, supuestamente, se asienta Europa.
Así, las medidas antisociales y de supuesta austeridad que se están imponiendo no hacen sino agravar la situación económica y social que afecta directamente al mercado laboral y a la clase trabajadora. Y en especial a la juventud, cuya tasa de paro, según datos de Eurostat, alcanzó el 46% en el Estado español en 2011, la más alta de la Unión Europea. Esta situación limita la autonomía de la juventud, retrasa su emancipación y el desarrollo de su proyecto de vida.
La diversidad de realidades sociales ocultas tras las cifras no refleja el impacto desigual que el deterioro progresivo de las coberturas sociales está teniendo. La crisis afecta sobre todo a los colectivos más vulnerables, motivo para que hoy, más que nunca, sea necesario el planteamiento de alternativas para una Europa social y solidaria.