Ziztadak / Tábanos recoge algunas historias que no suelen contarse. Hace un recorrido por ciertos acontecimientos históricos que han sido referenciales para los movimientos no violentos de Euskal Herria y repesca una amalgama de acciones no violentas, desobedientes, pacíficas, imaginativas, que forman parte de nuestra memoria colectiva. Las hay de boicot, de no colaboración, de desobediencia civil; las que dan alternativas o abren caminos, las que proponen cerrarlos... Pero lo que tienen en común son la acción y el empleo de medios no violentos, y escapan a la estrecha y unidireccional visión de nuestra historia vista solo desde la confrontación violenta.
Todos estos casos y otros muchos que se han quedado fuera reflejan que hay más de una Historia, que hay muchas historias. No solo es que haya aire fuera de los estrechos marcos armados, partidistas o de poltronas, sino que el que hay está menos contaminado.
Nuestra historia no solo se reduce a lo que se nos cuenta de los poderosos y uniformados. No todo depende de las dinámicas de los partidos e instituciones civiles, militares o religiosas. Ni todo es ETA, ni todo pasa por el alineamiento en contra o a favor de ella. No. Escribe Howard Zinn al respecto que “no solo hay guerra sino resistencia a la guerra, no solo injusticia sino rebelión frente a la injusticia, no solo egoísmo sino entrega personal, no solo silencio ante la tiranía sino desafío, no solo insensibilidad sino comprensión”. Estas otras historias son las que recuperamos.
Quedan fuera muchas otras actividades efectuadas a lo largo de la rica y variada historia del conjunto de resistencias civiles y sociales vascas. Es imposible recogerlo todo. Es probable, además, que tras ver Ziztadak / Tábanos surjan discrepancias sobre la idoneidad de haber incluido tal o cual actividad en el documental. Pensamos que es mejor impulsar un debate (siempre inacabado) acerca de hasta dónde llega la consideración de lo que son métodos no violentos y pacíficos: violencia o no contra las máquinas; hasta dónde tensionar sin que resulte agresión; si algunas iniciativas podrían ser malinterpretadas como complemento de estrategias que no son estrictamente no violentas; sobre si la espectacularidad de las acciones es requisito indispensable o si la misma puede desviar el objetivo... Es mejor fomentar estos debates que eliminar de nuestra memoria lo acontecido y privar a nuestra generación y a las posteriores de la información necesaria para tener un criterio propio y repensar las formas de acción política y social.
Tenemos temas pendientes, sí. Seguirá el debate, pero la acción no violenta ya tiene un recorrido hecho y sigue en marcha. Es un proceso abierto desde abajo. Paso a paso. Bastantes obstáculos tiene que solventar ya de por sí la noviolencia activa como para que podamos decir, desde la humildad y desde la experiencia de lo vivido y recorrido hasta ahora, que hay suficiente perspectiva histórica y memoria colectiva aquí como para saber que la confrontación violenta no trae más que nuevos sufrimientos, nos hace insensibles al dolor ajeno, impone la dialéctica amigo-enemigo, deshumaniza al adversario político, termina militarizando la rebeldía, cierra puertas, destruye puentes que tienen que volver a construirse, desvía objetivos, condiciona la práctica del conjunto de la disidencia, facilita la violencia del Estado, obstaculiza la participación social y lleva a la inmovilidad de la mayoría... Los artefactos explosivos no tienen ojos, la noviolencia los puede abrir.
La noviolencia no es sinónimo de pasividad. Muy al contrario, la noviolencia tiene que ser necesariamente activa, porque es lo más opuesto a la pasividad. La noviolencia encarna en su propia acción los objetivos que trata de alcanzar. Por desgracia, constata John Paul Lederach, lo habitual es que suela existir un agudo desfase entre lo que se pretende y la manera en que se aborda lo que quiere alcanzarse: “No conectamos lo que buscamos con la forma de buscarlo. La única forma de arreglar este desajuste es vincular íntimamente nuestros objetivos e ideales con la forma de lograrlos. (...) Hay que conectar los medios a los fines”. Y ensayarlo una y otra vez, añadimos.
Es así que entendemos la noviolencia (con una única palabra) como una forma de estar en la vida y como propuesta positiva para abordar los conflictos e intentar transformarlos, y no solo para lograr una ausencia formal de violencia sino para superar las injusticias generadoras de esos conflictos y reaccionar ante la pasividad y apatía que conllevan. Es por ello que Hannah Arendt afirma que la desobediencia civil será políticamente relevante cuando coincidan un número importante de conciencias, y se conviertan en opinión pública, ya que la fuerza de una opinión no depende de la conciencia sino del número de las personas que la mantienen.
Siguiendo el argumento, Mariano Ferrer escribió que “la socialización de la desobediencia civil requiere ganar la batalla de la opinión pública, lo que implica esforzarse en tener una razón compartible y exponerla de manera que interpele a la mayoría, una cuidada selección de los objetivos –intermedios alcanzables mejor que finalistas inalcanzables, centrados en lo inmediato–, situar la confrontación en lo simbólico más que en el enfrentamiento directo pero conscientes de que es preciso ir más allá del gesto mismo, preparación que atienda al contexto, la relación de fuerzas, al tipo de organización necesaria, constancia”.
Asimismo, la efectividad de la noviolencia no debe medirse solo en los resultados finales, sino también en los aprendizajes y poso que deja cada acción realizada, en la humanización del conflicto que aporta y en la construcción de la ciudadanía crítica, participativa y activa que fomenta en el proceso.
El deseo de Bidea Helburu sería que se pudiera pasar de las acciones sueltas de no violencia (escrito separado) a una estrategia de noviolencia (escrito junto), que juzgamos más eficaz y necesaria para humanizar y dar coherencia a la disidencia y rebeldía existentes en este pueblo, que ayude a azuzar la imaginación y avanzar en el proceso de transformación social de la sociedad en la que vivimos.
Bidea Helburu
www.bideahelburu.org
Film: Ziztadak / Tábanos