La adolescencia es un periodo vital para la construcción de la personalidad. A las personas invidentes, junto a los cambios y retos que implican esta etapa, se les unen las dificultades añadidas que suponen su disfunción física y las menores oportunidades que se les ofrecen para ejercer su derecho a un desarrollo personal pleno y autónomo.
En este sentido, según se recoge en la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad aprobada por la ONU en 2006, los estados parte tienen la obligación de promover, proteger y asegurar los derechos de este colectivo. Mandato que, en la actualidad, no se cumple en su integridad.
Si a esta vulneración de derechos se les añaden estilos de vida superprotectores, tanto en el entorno familiar como en el ámbito educativo, se genera en las personas invidentes una mayor dependencia y una merma de sus capacidades para moverse con libertad, condicionando las relaciones entre iguales e incidiendo en las posibilidades de conocer a otras personas. Todo ello puede provocar aislamiento, sentimientos de incapacidad o inferioridad. Efectos que, lejos de beneficiar a la persona, provocan un impacto negativo en la elección de su proyecto de vida.
Film: Camera obscura