Como consecuencia del marco del “Consenso de Washington”, cuyo supuesto objetivo en los 90 era establecer las políticas económicas de impulso al desarrollo, muchos países latinoamericanos se han visto atrapados en créditos impagables, que les obliga a la privatización de sus recursos naturales para ponerlos en manos de multinacionales norteamericanas y europeas. Bajo esta lógica se desató en Bolivia en 2000 el conflicto denominado la “Guerra del Agua”.
La consideración del agua se ha visto modificada a lo largo de la historia, desde que el derecho romano la considerase un bien común, ni público ni privado, sino patrimonio y propiedad de toda la sociedad, hasta que finalmente su acceso fuese reconocido como un derecho humano por sus funciones básicas de supervivencia.
Según recoge el séptimo de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio acordados por la mayor concentración de jefes de estado de la historia en la Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas del 2000, el compromiso es reducir a la mitad, para el año 2015, la proporción de personas que carecen de acceso sostenible a agua potable y saneamiento básico. Cuando se celebra el Decenio Internacional para la Acción “El agua fuente de vida” 2005-15, la realidad es que, según datos de la OMS, el 80% de todas las enfermedades en los países empobrecidos se debe a la falta de agua limpia y tratamiento adecuado. 1,6 millones de personas, en especial niños/as, mueren cada año por esta carencia.
Film: También la lluvia