Transgénicos: ¿intereses comerciales a costa de la salud pública?

Hay un consenso amplio entre las personas expertas sobre el peligro para la salud y el medio ambiente que supone el cultivo de transgénicos al aire libre, a diferencia de su investigación en laboratorios, que es considerada, sin lugar a dudas, muy valiosa para entender la naturaleza y desarrollar la investigación médica.

A pesar de que los mecanismos de evaluación de riesgos de su uso en campos abiertos resultan aún insuficientes y no hay garantías de seguridad, en España se cultivan transgénicos a escala comercial, único país de la Unión Europea que lo hace. En 2011, según el Ministerio de Agricultura, unas 97 mil hectáreas se cultivaron con maíz modificado genéticamente de la empresa multinacional Monsanto, el MON810. Además, estos cultivos normalmente van acompañados del uso de herbicidas; el Roundup es uno de los más comunes. Se emplea en el riego del maíz genéticamente modificado, esencialmente para acelerar su desarrollo, de modo que el uso de estos productos químicos resulta indispensable para su cultivo.

Según concluyen las investigaciones que se muestran en este documental los productos transgénicos autorizados para la alimentación humana son dañinos para la salud. Además, su producción implica multiplicar el uso de productos químicos dañinos para el campo y, según las alertas ecologistas, sus impactos negativos sobre el medio ambiente pueden resultar irreparables.

Muy conscientes de todos estos riesgos, diversas organizaciones que trabajan en el Estado español en la defensa del medio ambiente, de la agricultura local y los derechos de los/as consumidores/as exigen que se prohiba el cultivo, la importación y el uso de productos agro-alimentarios transgénicos. Denuncian que este modelo de agricultura está favoreciendo la privatización y el monopolio de las semillas bajo el control de unas pocas compañías, y amenaza la agricultura campesina. Además afirman que su cultivo realmente no supone una productividad mayor. De los 52 mil millones de dólares anuales gastados en investigación agrícola, menos del 0,4% se dedica a investigar y evaluar iniciativas específicamente ecológicas. Por ello, reclaman más apoyo para seguir desarrollando un modelo de agricultura sostenible, apoyo para proteger el medio rural y el empleo en el ámbito agrario, la producción local, biológica, de calidad y saludable, dando respaldo a las iniciativas que caminan hacia la soberanía alimentaria.

Otro aspecto muy criticado del uso de transgénicos y productos químicos que lo acompañan es la absoluta falta de transparencia y control por parte de las autoridades, ya que se están contaminando cosechas y alimentos, tanto convencionales como ecológicos debido a filtraciones en la tierra. Consideran muy grave que desde las administraciones y desde el ámbito político se estén avalando estas prácticas que anteponen claramente los intereses particulares comerciales a los intereses generales de salud pública. A su modo de ver no se puede seguir ignorando los impactos sociales, económicos y ambientales y las nefastas consecuencias sobre la salud y la biodiversidad que han llevado a otros países a prohibir los cultivos transgénicos.

Las organizaciones que insisten en defender el cultivo de OMGs, organismos genéticamente modificados, argumentan que estos pueden ser la panacea para combatir el hambre mundial. Los datos revelan, sin embargo, que hoy por hoy no dan de comer al mundo, pues el 90% de la superficie agrícola mundial está libre de transgénicos y el 99% de agricultores y agricultoras no los cultivan. La polémica y el debate siguen abiertos.

Film: Tous cobayes?

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