Drones: ¿aparatos para el bien y/o el mal?

Los aparatos voladores no tripulados parece que podrían formar parte de nuestro día a día en unos años. A pesar de que aún las medidas y normativas en torno al uso comercial y profesional de los drones son restrictivas, se podría decir que se vislumbran cambios en el espacio aéreo.

El uso de estos aparatos ha tenido fines militares antes de su incorporación a la vida civil. Desde los atentados del 11S en Nueva York en 2001, el Pentágono y la CIA han empleado drones en operaciones antiterroristas en países como Yemen, Irak, Libia, Somalia, Afganistán o Pakistán.

El periodista Roberto Montoya, autor del libro Drones. La muerte por control remoto, señala que durante la era Bush (de 2001 a enero de 2009) hubo unos 50 ataques letales con drones, pero la cifra se disparó con la llegada de Barack Obama a la presidencia, ya que tres días después de llegar al poder, el 23 de enero de 2009, ordenó el primer ataque en Pakistán, matando a un sospechoso de pertenencia a Al-Qaeda y a una quincena de civiles que estaban en las inmediaciones. Desde entonces, se han contabilizado unas 400 operaciones que han provocado cerca de 5.000 víctimas, asegura. Solo el 1,5 o 2% eran realmente cabecillas, el resto, milicianos, muchas veces campesinos reclutados por la fuerza y unas 1.000 víctimas civiles.

La mayoría de los ataques se han cometido en Waziristan del Norte (Pakistán), un área tribal fronteriza con Afganistán que desde finales de 2001 es el refugio para talibanes y miembros de Al-Qaeda. Aunque algunas de sus áreas sirvan como base para operaciones insurgentes, en la zona viven 840.000 civiles que sienten la amenaza constante tanto de los grupos armados como del ejército paquistaní y los drones de EEUU, según un informe de Amnistía Internacional de 2013, en el que se alerta sobre el aumento del número de ataques.

Quienes “pilotan” estos aparatos no tripulados, apuntan, disparan y matan desde miles de kilómetros de distancia. En muchas ocasiones, son personas expertas en videojuegos, que hacen realidad los juegos de sus Play Stations. Y como si de un juego se tratara, quienes ejecutan estas acciones pierden la consciencia del daño causado, debido a la distancia y simulación de “juego” que transmiten los programas que utilizan estos aparatos.

Tras su desarrollo militar, los drones parece que vienen para quedarse. Son variadas las actividades y ámbitos que se podrían beneficiar de esta nueva tecnología: investigación y desarrollo, extinción de incendios, agricultura, observación y vigilancia, publicidad y medios de comunicación, cine, así como las emergencias, búsquedas y salvamentos. Entre las funciones más extendidas está el empleo de drones para la vigilancia. Varios departamentos de policía europeos ya cuentan con estos aparatos que se han empleado, por ejemplo, para sobrevolar y proteger la reunión del G8 en Irlanda del Norte en 2013.

La tecnología de estos aparatos se ha desarrollado de forma muy rápida y a su vez sus costes también se han reducido a gran velocidad, por lo que se han vuelto accesibles para la ciudadanía. Sin embargo, las leyes de privacidad no son lo suficientemente tangibles como para asegurar su uso responsable.

Ante este panorama en el Estado español, y debido al limbo legal en el que se encontraba la utilización de estos aparatos, en julio de 2014 el Consejo de Ministros aprobó un marco regulador temporal para las operaciones con drones. Entre otros aspectos, este reglamento contempla los distintos escenarios en los que se podrán usar estos artefactos, en función del peso de la aeronave. Hasta que no esté aprobada la reglamentación definitiva, las operaciones que se pueden realizar se limitarán al espacio aéreo no controlado y a zonas no pobladas.

Mientras tanto, empresas como Correos o Amazon ya han anunciado su intención de realizar el reparto de paquetes a través de drones en unos años.

Por su parte, el Gobierno de Estados Unidos ha informado de nuevas normativas que expandirán su uso empresarial y su exportación con fines militares. Tras la fase de debate público, que no se espera que finalice antes de 2017 para convertirse en ley, más de 7.000 empresas obtendrán, en tres años, la autorización para volar drones en EEUU. En Euskadi ya son unas 30 las empresas, asociaciones e instituciones educativas que trabajan en el desarrollo o aplicaciones de este artilugio.

Sin embargo, el uso innovador de drones en la vida civil, además de representar avances y aportar ciertos beneficios como la celeridad o la accesibilidad a espacios de difícil acceso, también establece muchas incógnitas y temores en torno a la seguridad, así como la responsabilidad y objetivos de quienes los emplean.

Al fin y al cabo, ¿el uso de estos aparatos pone en peligro la intimidad y privacidad de las personas? ¿Cómo influiría en nuestro comportamiento la percepción de que nos sintamos bajo la vigilancia de estos “nuevos ojos”, con lentes zoom y sensores que ven en la oscuridad con todo lujo de detalle?

Se abre así un debate entre los beneficios y avances que aportan las nuevas tecnologías, y la responsabilidad y uso ético de las mismas.

Film: Drone

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