La Organización Internacional para las Migraciones estima que en 2015 consiguieron llegar a Europa más de un millón de migrantes. El 97% lo hizo por mar y solo el 3% por tierra. 3.770 personas murieron en el intento, la mayoría ahogadas en el Mediterráneo. Es probable que en 2016 estas cifras sean mayores.
Después de un periplo más o menos largo y no exento de peligros, por África o por Asia, y tras conseguir cruzar el Mediterráneo, para muchas de estas personas el sueño europeo se desvanece y se convierte en una pesadilla. Se encuentran con campos para personas refugiadas, centros de internamiento de inmigrantes y, en el mejor de los casos, consiguen hacer su vida en libertad, pero sufriendo discriminación y una gran precariedad laboral.
La economía informal y la agricultura suelen ser fuentes de subsistencia habituales para migrantes sin papeles. Es por ello que en lugares como Almería en España o Rosarno en Italia se concentra una gran población indocumentada en busca de trabajo. La asociación Almería Acoge calcula que en la provincia hay alrededor de 5.000 personas "malviviendo en asentamientos de infraviviendas".
La gran proporción de personas extranjeras, la precariedad laboral y habitacional y el desborde de los servicios sociales han provocado, en algunos lugares, tensiones entre locales e inmigrantes que han llevado, en ocasiones, a enfrentamientos violentos y actos de racismo.