Aunque se considera que el trastorno del espectro autista (TEA) tiene un origen orgánico, en la actualidad no existen indicadores biológicos específicos para determinar si una persona está afectada o no. Para su diagnóstico, se utilizan una serie de parámetros o síntomas, establecidos por diferentes metodologías a nivel internacional.
El TEA supone una alteración neuroevolutiva que afecta especialmente a las capacidades de socializarse, comunicarse y relacionarse entre las personas. Algunos síntomas comunes pueden ser la falta de reciprocidad emocional, los patrones de comportamiento muy repetitivos o los intereses limitados y obsesivos.
A pesar de que sea posible establecer unos síntomas comunes, dentro de los TEA existe una gran diversidad y heterogeneidad de casos y de tipos. Quizás una de las diferencias fundamentales la marque la ausencia o presencia de una discapacidad intelectual asociada. Las que sí la tienen suelen tener mayores dificultades en la comunicación y necesitan importantes apoyos.
Dentro de los TEA existe una gran diversidad y heterogeneidad de casos y de tipos.
No obstante, se calcula que en torno al 50% de las personas con TEA no tienen discapacidad intelectual, y gozan de un coeficiente y unas habilidades lingüísticas y cognitivas adecuadas a su edad. Dentro de esta categoría, las personas con Síndrome de Asperger serían el grupo fundamental.
En estos casos, los síntomas son menos evidentes, y las personas tienen a menudo una mayor motivación social y menos necesidad de apoyos externos. Pueden tener un alto nivel de manejo del lenguaje formal y mayor capacidad de interacción; sin embargo, enfrentan dificultades para entender las convenciones sociales que rigen las relaciones y las comunicaciones no verbales. Habitualmente son personas de comportamientos rígidos, rutinarios y repetitivos.
Aunque no existen censos oficiales, en los últimos años se ha constatado un aumento de los casos detectados y diagnosticados. Según un estudio de Autism-Europe de 2015, uno de cada 100 nacimientos está afectado por alguno de los TEA, y la prevalencia en hombres es 4 veces mayor a las de mujeres.
Se calcula que en torno al 50% de las personas con TEA no tienen discapacidad intelectual.
Se trata de trastornos que, por el momento, no tienen cura; sin embargo, existen diferentes tratamientos médicos y psicológicos que pueden hacer que la calidad de vida de estas personas y de sus familias mejore sustancialmente.
Por ello, hoy, 2 de abril, día mundial de concienciación sobre el autismo, el Festival de Cine y Derechos Humanos de San Sebastián quiere sumarse a todas las agrupaciones, familias y personas afectadas que trabajan para que este trastorno se conozca y la sociedad abandone los mitos y estereotipos. Porque tampoco (como se ha reflejado varias veces en el cine) tienen siempre dones, habilidades especiales o una memoria sobrenatural. Son personas con mayores o menores dificultades relacionales y le corresponde a la sociedad en su conjunto aprender a convivir con ellas.
Película: Life, Animated