Según el informe “Desarraigados” presentado por Unicef en septiembre de 2016, hay alrededor de 50 millones de niñas y niños en el mundo que han tenido que abandonar sus hogares a la fuerza (incluyendo migraciones, desplazamientos internos y refugios). Se calcula que son menores casi la mitad del número total de personas desplazadas.
El camino hacia un lugar considerado seguro está repleto de abusos y violencia. Pero tampoco es fácil cuando alcanzan su destino.
En numerosas ocasiones son los y las menores quienes deben hacer frente a los extensos trámites burocráticos para conseguir el asilo. Debido a su escolarización y capacidad, aprenden con más facilidad el idioma del país de acogida, lo que les convierte, muchas veces, en interlocutores únicos de la familia con la Administración o con las organizaciones de apoyo. Esta responsabilidad –que no les debería corresponder– les causa una presión añadida, por momentos insoportable.
Película: The Wait