A pesar de que el Foro Económico Mundial, en su último informe sobre la brecha de género, advierte de que el progreso para lograr la igualdad de hombres y mujeres ha empeorado, y todavía tardará casi dos siglos en alcanzarse la igualdad económica, algo está cambiando.
Las reivindicaciones feministas recorren el mundo, demostrando el hartazgo por la discriminación de las mujeres y expresando que sin ellas (sin nosotras) se para el mundo.
La lucha por la equidad no incumbe solo a las mujeres, sino a la sociedad en su conjunto, y una amplia mayoría de la población ha asumido que la conquista de la igualdad entre hombres y mujeres es uno de los principales motores del cambio social. El proceso –con cada vez más chicas jóvenes exigiendo los derechos de las mujeres en la calle– parece imparable.
Conquistas sociales, como el derecho a la educación, al voto, o la participación en la vida pública y política, se han logrado gracias a que ha habido muchas mujeres luchando por ellos. Baste recordar que las primeras mujeres que en Francia reivindicaron la igualdad ante la ley para ambos sexos (como Olympe de Gouges) fueron guillotinadas por defender sus ideas.
Película:El orden divino