Todavía resuenan los ecos de la huelga y movilizaciones del pasado 8 de marzo o de las manifestaciones espontáneas que han congregado a millones de mujeres en las calles tras determinadas decisiones judiciales.
El feminismo ha mostrado su gran capacidad de movilización. Y la palabra feminismo (muchas veces denostada) está en boca de la mayoría de la clase política. También de quienes, por ejemplo, pretenden derogar la ley de violencia de género.
A pesar de que la Declaración Universal de los Derechos Humanos (en su artículo 21) garantiza a todas las personas el derecho a participar activamente en el Gobierno de su país, y a pesar de que la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1952 adoptó la Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer, todavía no existe una igualdad efectiva.
El feminismo se enfrenta al sistema de dominación más antiguo y extendido en el mundo: el patriarcado
Las mujeres son –somos– más de la mitad de la población (el 51,59% de la población vasca son mujeres, según datos de junio de 2018), pero a la hora de tomar decisiones políticas, muchas veces ni la perspectiva ni los intereses de la diversidad de mujeres son tenidos en cuenta.
Es más, la mayoría de las veces las mujeres no están proporcionalmente representadas. El feminismo se enfrenta al sistema de dominación más antiguo y extendido en el mundo: el patriarcado.
Porque todavía hoy las mujeres no acceden a las instituciones y a los puestos de toma de decisiones en igual número que los hombres
La falta de igualdad de oportunidades y la necesidad de llevar la voz de las mujeres a la política hacen necesarios los partidos y plataformas feministas, como el Partido Feminista de España, Iniciativa Feminista o Plazandreok en Gipuzkoa.
Con trayectorias diversas, tienen en común ese “techo de hormigón” que suponen los sistemas electorales y los porcentajes exigidos para obtener representación en las instituciones.
Por ello, los partidos feministas continúan en su empeño –a pesar de las dificultades– por acceder al poder. Porque todavía hoy las mujeres no acceden a las instituciones y a los puestos de toma de decisiones en igual número que los hombres.