Como consecuencia de la reforma laboral aprobada por el Gobierno en 2012, la situación de muchas camareras de piso ha pasado a ser insostenible. Aquella reforma abrió las puertas a la externalización de su trabajo a empresas multiservicios, con remuneraciones más bajas.
Ahora el salario de estas mujeres puede llegar a ser hasta un 60% menor. Esto es así porque los convenios ligados a las empresas multiservicios permiten retribuir a sus trabajadoras por habitación hecha y no por jornada laboral.
La externalización, por tanto, ha supuesto peores condiciones de trabajo y menores salarios.
Los trabajos feminizados (aquellos que mayoritariamente emplean a mujeres), como el que realizan las que limpian los hoteles (las kellys), las trabajadoras del hogar o de residencias de mayores, ahondan aún más en la brecha de género.
Todavía hay una tendencia a dar menos valor a los trabajos que normalmente hacen o se asignan a las mujeres, por lo que se les paga menos y se perpetúa así la discriminación que sufren.