En más de 70 países la homosexualidad es delito. Y en muchos más, las personas LGTBIQ todavía siguen enfrentándose a discriminación y violencia.
Aunque la Organización Mundial de la Salud retiró la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales el 16 de mayo de 1990, en la actualidad en muchos países se sigue considerando una “patología” que necesita tratamiento para combatirla.
En Estados Unidos, por ejemplo, casi 700.000 gays y lesbianas han recibido terapia de conversión en algún momento de su vida. La mitad, siendo adolescentes. Unos tratamientos que, la mayor parte de las veces, consisten en duras sesiones de terapia psiquiátrica y oración que son legales en la mayoría de los estados de Estados Unidos y muchos países del mundo. “Terapias” que conllevan graves daños emocionales, psicológicos e incluso físicos.
En Estados Unidos, por ejemplo, casi 700.000 gays y lesbianas han recibido terapia de conversión en algún momento de su vida
Y aun así, solo tres países (Brasil, Ecuador y Malta) tienen leyes que expresamente prohíben estas prácticas. El Reino Unido, el año pasado, anunció su intención de impedirlas. E incluso la iglesia de Inglaterra ha pedido que se prohíban las pseudoterapias que intentan “curar” a personas homosexuales y bisexuales.
Además de negar e intentar impedir el derecho a la diversidad sexual, el trauma que genera la terapia de conversión puede provocar depresión e ideas suicidas. De hecho, según The Trevor Project (organización de intervención de crisis y prevención del suicidio dirigida a jóvenes LGTBIQ), las personas que sobreviven salen tan lastimadas que tienen fuertes ideas suicidas.
Además de negar e intentar impedir el derecho a la diversidad sexual, el trauma que genera la terapia de conversión puede provocar depresión e ideas suicidas
Hace ya diez años que la Asociación Estadounidense de Psicología (American Psychological Association) declaró que los profesionales de la salud mental nunca deben decir a sus pacientes homosexuales que pueden convertirse en heterosexuales a través de terapia u otros tratamientos.
En Europa, el Parlamento de Malta es el único que ha aprobado prohibir las terapias que “curan” la homosexualidad o la transexualidad. Así, quien anuncie, ofrezca o lleve a cabo este tipo de terapias se expone a hasta cinco años de prisión.