Las sociedades modernas han ido incorporando en sus agendas políticas, sociales, económicas y culturales de los últimos tiempos, las necesidades de personas que presentan algún tipo de desventaja o desigualdad, como consecuencia de su diversidad funcional. Es imprescindible garantizar los derechos de esta parte de la ciudadanía (que en el Estado español sumaba 4,4 millones de personas en 2022; el 59%, mujeres) para lograr una participación social plena.
El deporte adaptado sirve perfectamente a las lógicas inclusivas, ya sea practicado de manera recreativa, terapéutica o competitiva. De hecho, a finales de los años 40, el doctor Ludwig Guttman descubrió la eficacia del deporte como proceso de rehabilitación física y psicológica y lo utilizó con los soldados heridos durante la Segunda Guerra Mundial. Así surgió, entre otros, el baloncesto en silla de ruedas, uno de los deportes más populares del programa paralímpico. En la actualidad, se practica en más de 80 países.
La primera competición paralímpica de baloncesto en silla de ruedas tuvo lugar durante los primeros Juegos Paralímpicos de Roma en 1960, solo 12 años después de que se reinauguraran los Juegos Olímpicos tras su suspensión por la guerra. En esta especialidad, las mujeres no debutaron hasta los Juegos de Tel Aviv en 1968.
En los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, la selección española femenina de baloncesto en silla de ruedas consiguió una 8ª posición. Antes de Tokio, solo había participado en las Paralimpiadas de Barcelona 92, en calidad de país anfitrión. En diciembre de 2021, la selección hizo historia al conseguir su primera medalla, un bronce, en el Europeo de Madrid.
Film:Cabeza y corazón