El Sahara Occidental es un área situada en la costa noroeste de África, que fue colonia española hasta 1975, momento en el que Marruecos se anexionó el territorio. Desde entonces, el pueblo saharaui, liderado por el Frente Polisario, lucha por recuperar su control.
No es casual el interés de Marruecos por este territorio, el cual destaca por ser muy rico en reservas de fosfato. Este mineral, escaso en tanto no se puede sintetizar en laboratorio, es esencial para producir fertilizantes. Se le conoce como el “oro del Sahara”. Los fosfatos representan el 20% de las exportaciones de Marruecos (tres cuartas partes de las reservas en el mundo están bajo su control) y tienen un peso del 5% de su PIB.
En este contexto, dos apuntes son necesarios. El primero se refiere al desprestigio creciente del mineral. En los últimos 60 años se ha abusado de los fosfatos como fertilizantes en la agricultura a nivel mundial, contaminando las aguas subterráneas y generando amplias zonas de eutrofización (concentración excesiva de nutrientes en el agua que hace disminuir el oxigeno) con un impacto devastador en el medio ambiente.
El segundo apunte es un aplauso al pueblo saharaui. Este, abocado a una sedentarización forzosa en los campamentos de refugiados de Argelia pese a su nomadismo histórico, ha iniciado un camino hacia la producción de sus propios alimentos con la creación de mas de 500 huertos agroecológicos. Ello supone un gran avance en términos de soberanía alimentaria para una comunidad que depende en gran medida del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas. Huertos ecológicos, hidropónicos y sostenibles que permiten resistir, educar y alimentar también la esperanza.
Film:DESERT PHOSfate