La instrumentalización de las migraciones como arma política y militar

En el tablero de juego donde se libran las guerras y conflictos entre países, una nueva arma está siendo usada: las propias personas migrantes y refugiadas. Niñas, niños, familias y personas solas, forzadas a huir de sus países de origen, son utilizadas como objetos, desprovistas de su estatus humano, que los distintos bandos se “pelotean” entre fronteras. Van tres ejemplos de esta llamada “instrumentalización de las migraciones” usada como estrategia de guerra y de chantaje político internacional. En febrero de 2020, el Gobierno de Erdogan “envió” a 13.000 personas refugiadas a la frontera con Grecia, para forzar a la Unión Europea a un mayor desembolso financiero a cambio de ser su gendarme fronterizo. En mayo de 2021, Marruecos permitió que 10.000 personas entraran irregularmente a Ceuta, para castigar al Estado español por haber acogido en un hospital de Logroño al líder saharaui del Frente Polisario. En otoño de 2021, el régimen bielorruso facilitó que miles de personas refugiadas llegaran a las fronteras de Polonia, Letonia y Lituania también para castigar a la UE.

Esta instrumentalización de las migraciones forma parte de un nuevo tipo de políticas internacionales y tácticas bélicas bautizadas como “híbridas”, en tanto combinan el uso de medios convencionales (militares, diplomáticos…) con otros medios irregulares, como la migración o las noticias falsas para incitar a la xenofobia en las sociedades de acogida. Su inhumanidad e ilegalidad ha sido denunciada por organizaciones que reclaman el fin de la impunidad a estas violaciones sistemáticas de los derechos fundamentales de las personas migrantes y solicitantes de asilo.

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