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Asentamientos israelíes en territorios ocupados de Palestina

Hasta épocas recientes, durante muchos siglos existió una histórica convivencia entre las dos comunidades que profesaban la religión judía y musulmana. Los ejemplos de la relación pacífica entre ambos colectivos en Al-Andalus/Sefarad son numerosos. Sus habitantes formaban parte activa e integrada de una sociedad pluralista, algo que desgraciadamente no ocurre en la actualidad.

Actualmente son más de 120 los asentamientos de viviendas de colonos israelíes que ocupan territorios palestinos, un hecho que ha provocado multitud de conflictos entre las comunidades israelí y palestina, con un saldo de numerosos muertos.

La ocupación de territorios palestinos por colonos israelíes, y la construcción del muro (se ha edificado más de la mitad de los 700 kilómetros previstos en un principio) que delimita las zonas ocupadas, han tenido consecuencias devastadoras para la población palestina. Además de padecer la represión sistemática del Ejército israelí, los/las habitantes palestinos/as en estas zonas sufren otro tipo de situaciones: aislamiento, mayor tasa de desempleo y la progresiva usurpación de sus tierras. La mayoría de estas poblaciones ocupadas se han dedicado siempre a la agricultura y la ganadería, y con los asentamientos su modo de vida se ha visto gravemente afectado (según estimaciones palestinas, se han destruido 100.000 olivos).

Ante esta situación, los habitantes de las zonas ocupadas se rebelan contra las acciones del Ejército israelí. Algunos lo hacen de forma violenta, otros, de forma pacífica, y sus reivindicaciones son secundadas por organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales, e incluso por ciudadanos/as israelíes, que no aprueban las decisiones de su propio Gobierno.

Los asentamientos en cualquier lugar de un territorio ocupado son considerados ilegales. Diversas resoluciones de la ONU han condenado esta práctica, entre otras a través de la resolución 446 del Consejo de Seguridad, o la resolución 465 (aprobada por unanimidad), que los declaran nulos e instan a su desmantelamiento. El actual secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha afirmado recientemente que “han de pararse".

Sin embargo, pese a la ilicitud de estas prácticas y a pesar de que la presión internacional es cada vez más fuerte, el Gobierno de Israel no ha cambiado de actitud, y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu descarta por el momento poner fin a su intención de construir nuevos asentamientos en Jerusalén Oriental.

Esta estrategia de ocupar territorios por parte de Israel se remonta a 1967, tras la Guerra de los Siete Días, en la que, tras su victoria, el Ejército israelí se apropió de tres áreas: Cisjordania, Jerusalén Este y los Altos del Golán. A partir de entonces la ocupación fue expandiéndose, y con el tiempo se convertiría en una presencia ocupante y permanente ante una población árabe hostil. Esa situación estimuló el nacionalismo palestino, creándose nuevas amenazas internas en los territorios ocupados, y mermándose toda perspectiva de una solución negociada a corto plazo.

Los efectos de esta situación perduran hoy día, y la convivencia entre los ciudadanos israelíes y palestinos se ha ido agravando hasta la actualidad. A pesar de los intentos por parte de la diplomacia internacional para llegar a acuerdos, y del balance de muertos durante todos estos años, no parece que de momento exista una solución satisfactoria de este conflicto.