Los conflictos entre el pueblo serbio y el albanés por reivindicar la soberanía de la ciudad de Kosovo originaron una guerra que ocasionó miles de muertes y refugiados/as. Al finalizar la contienda, en 1999, gran parte de esa población desplazada regresó a sus hogares. Sin embargo, los conflictos entre las partes no se han solucionado, ya que subsisten ciertas actitudes de odio y venganza que impiden rehacer la convivencia.
Estos problemas, unidos a la inestabilidad política, social y económica que suponen las guerras, provocan que miles de personas, jóvenes en especial, consideren la emigración como la mejor opción para alcanzar un futuro mejor. Sin embargo, cuando intentan llegar a su destino se tienen que enfrentar en muchas ocasiones a los prejuicios y a la discriminación, ya que, simplemente por su nacionalidad, se les estigmatiza como personas "conflictivas" o problemáticas.