Las madres, compañeras, esposas, hijas, hermanas y en general las mujeres que han sufrido un atentado terrorista en su entorno, deben enfrentarse a una dolorosa situación que les obliga a asumir nuevos roles y cargas en la familia. Además deben afrontar un proceso continuo de reconstrucción personal que pasa por diferentes etapas y estadios emocionales: la incredulidad, la negación, la búsqueda de un por qué, el vacío, la soledad, el miedo, la rabia, la impotencia…
En todo caso, independientemente de cuáles sean las siglas o el cuño de la organización terrorista que comete un atentado, el dolor es común a todas las víctimas. También es unánime la reivindicación de justicia, reparación, apoyo y solidaridad hacia las personas que han padecido y sufren la sinrazón del terrorismo.